Comunicado CNT
La ridícula
subida de las pensiones
¿Por qué se ha subido sólo el 0,25 %?
La
subida del 0,25 % de la pensión es fruto de la reforma que el gobierno hizo en
el modo de calcular las subidas anuales de las mismas. Anteriormente, este
aumento dependía del alza de precios prevista para el año siguiente. Luego, una
vez conocida la inflación real que se había producido, se ajustaba una paga en
el mes de noviembre, para que no hubiera pérdida de poder adquisitivo en las
pensiones.
Con
la última reforma, se estableció una complicada fórmula, que fija un máximo y
un mínimo anuales. Como mínimo, las pensiones se revalorizan nominalmente un
0,25 %, independientemente de la inflación, y cómo máximo, un 0,5 % por encima
de lo que haya subido el IPC.
¿De qué factores depende la subida?
·
De
los ingresos que tenga el sistema de la Seguridad Social: fundamentalmente, las
cotizaciones de trabajadores, trabajadoras y empresas. A más ingresos, mayor
subida de las pensiones. Con menos ingresos, la subida de las pensiones es
menor.
·
Del
número de pensiones que se paguen: a mayor número de pensionistas, menor subida
de las pensiones.
·
De
la cuantía de las nuevas pensiones: si las pensiones nuevas, que se empiezan a
pagar a las personas que se jubilan, son más altas que las que se dejan de
pagar por fallecimientos, la revalorización será menor.
·
Del
déficit de la Seguridad Social: si la Seguridad Social tiene más gastos que
ingresos, la subida anual sea menor.
·
Del
factor de sostenibilidad: esto quiere decir que, si la esperanza de vida de la
población aumenta, la pensión inicial con la que se comienzan a hacer los
cálculos se verá reducida.
Las claves del asunto
·
Todo
parte de suponer que las pensiones tienen que depender del equilibrio de una
supuesta caja, que tendría la Seguridad Social, separada de la caja común de
las cuentas del Estado. En otras partidas de gastos estatales no se aplica el
mismo criterio. No se calculan los ingresos con los que cuentan, los gastos que
originan ni se toman decisiones en función del saldo de esa cuenta.
·
Si
la caja de la Seguridad Social tiene déficit, no es obligatorio actuar sobre
los gastos, que es donde han incidido las sucesivas reformas que hemos sufrido,
desde la década de los 80 del siglo pasado. Se podría actuar también sobre los
ingresos de esa caja. Si el Estado dispone de recursos para grandes operaciones
de rescate, como la de la banca o las autopistas, para eliminar los impuestos
de patrimonio o sucesiones, para pagar subvenciones agrícolas a terratenientes,
para abonar los intereses de la deuda pública, que ha aumentado en los años de
la crisis financiera, o para permitir las tributación nula en paraísos
fiscales, tolerados por los Estados, ¿por qué no habría de tener recursos para
sanear definitiva y permanentemente las cuentas de la Seguridad Social?
·
Las
pensiones se dotan, o no, de recursos dependiendo de la voluntad política de
quienes toman las decisiones. El criterio de mantener un sistema público de
pensiones saneado no depende de cálculos técnicos y aritméticos sino de la
voluntad política, del orden de prioridad que se le quiera dar a ese derecho.
·
Exactamente
lo mismo ocurre con el resto de derechos sociales: la sanidad pública
universal, la educación pública de calidad o la asistencia en las situaciones
de dependencia, por poner solo tres ejemplos. Si esos derechos se anteponen a
otros gastos, habrá recursos. Si, por el contrario, se dejan para el final en
el orden de prioridad de los gastos del Estado, habrá recortes y disminución de
esos servicios públicos.
·
Y a
cada recorte de un servicio universal le corresponde el florecimiento de un
negocio privado. Frente al recorte de la pensión, está el refuerzo de los
Fondos de Pensiones de las entidades financieras. Frente al recorte en la
sanidad, está el alza en el negocio de la medicina privada. Frente al recorte
en la ley de dependencia, está la privatización de los servicios de atención a
las personas dependientes, con la correspondiente pérdida de calidad del
servicio y la exclusión del mismo de miles y miles de personas.
·
Teniendo
en cuenta las altas tasas de paro existentes y la precariedad en el empleo, los
salarios y las cotizaciones sociales disminuyen necesariamente. A eso se le
añade la tardía incorporación al mundo laboral de millones de personas. La
conclusión es sencilla: el actual sistema de la Seguridad Social va a excluir
en el futuro a muchísimas personas del cobro de una pensión digna.
·
Por
tanto, lo que se persigue es pagar menos, crear miedo a la clase social que
puede permitirse alguna tasa de ahorro, para que se haga un plan de pensiones,
e ir convirtiendo paulatinamente el sistema público, colectivo, y solidario de
la Seguridad Social en un sistema residual, mientras se instaura
progresivamente otro privado, individual e insolidario.
·
De
este modo, una importante parte del ahorro colectivo, que podría estar
administrado a través de la Seguridad Social con criterios cada vez más
redistributivos y solidarios, va a quedar en manos de las entidades
financieras, a través de la administración de los planes privados de pensiones.
·
Todo
depende de quién influye en la elaboración de las leyes y en la creación de
opinión. Si lo siguen haciendo las entidades financieras, las pensiones se
empobrecerán cada vez más. Si influyen las empresas de medicina privada, la
sanidad pública seguirá deteriorándose. Y así con todos los derechos sociales.
O
la sociedad, desde abajo, le pone las cartas boca arriba a todos los poderosos,
que viven en otro mundo, o estos seguirán haciendo de su capa un sayo.
CNT Secretariado Permanente del Comité
Confederal
Sede CNT Fraga, 2011, protesta por la reforma de las pensiones del PSOE |
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