Un largo
camino hacia la igualdad real
La
Homofobia, lesbofobia, transfobia y sexismo/heterosexismo se manifiestan
diariamente amparados en la cultura dominante, una cultura sistémica que
excluye del modelo heteropatriarcal la diversidad sexual y la libertad en la
esfera de la identidad y el género de millones de personas. La parcial
visibilización del colectivo LGTBI por medio de los mass-media hace creer que
hemos llegado a una especie de “estado de normalidad”. Es cierto que se ha
visibilizado más la diversidad sexual (incluyendo colateralmente también la
visualización los prejuicios más atávicos) pero no han cesado las agresiones.
Según el Consejo General de la Abogacía en España la mayoría de los delitos de
odio registrados -y ya sabemos que no todos se denuncian- tienen como causa la
homofobia/LGTBfobia. Y, por supuesto, tampoco ha cesado la marginación en el
ámbito del trabajo.
Más
allá de las polémicas sobre luces de neón y desfiles que tristemente siguen
teniendo una deriva frívola y capitalista, la LGTBIfobia o discriminación por
orientación sexual o identidad de género, no solo está presente en el ámbito
laboral a través de las bromas despectivas, el acoso o las vejaciones, sino que
es estructural y estos son algunos ejemplos:
No
existe una normativa específica que regule los derechos de las personas LGTBI
en el ámbito laboral, quedando bajo el amparo de normas nacionales
(Constitución Española, Estatuto de los Trabajadores, Ley 62/2003….) o
supranacionales (Directiva Europea 2000/78 del Consejo Europeo) que abordan
esta situación de manera generalista y unida a otras realidades sociales muy
diversas. Esta llamativa carencia habría de ser suplida por los convenios
colectivos a través de la incorporación de cláusulas que hicieran visible la
realidad del colectivo LGTBI, tanto en relación con el reconocimiento de
derechos como en el ámbito de las conductas susceptibles de ser tipificadas.
Sin embargo, en la mayoría de los casos, tampoco los convenios colectivos
cumplen con esta función, ignorando por completo las necesidades de gays, lesbianas,
bisexuales, transexuales e intersexuales. Por poner un ejemplo claro de estas
carencias, no existe un protocolo de actuación que ampare explícitamente a las
personas trans en proceso de transición, quedando su defensa en manos de la
acción sindical. Y no podemos olvidar que este proceso se basa en la asunción
por parte del individuo de ser tratado desde la óptica de la patología y la
enfermedad.
Si
bien es ilegal un despido por “ser homosexual” las empresas saben que las vías
para despedir un trabajador o trabajadora pueden ser muchas y, a veces, la
empresa no aludirá a la orientación sexual para despedir. Generalmente, si se
produce el caso, la empresa buscará motivos alternativos que disimulen la
verdadera causa de despido o se presiona, mediante mobbing, al trabajador
afectado para que sea él quien acabe abandonando la empresa.
Por
otra parte, las reformas laborales que permiten que las ausencias justificadas
al trabajo puedan ser causa de despido objetivo, incluidas las provocadas por
motivos de salud y asistencia a consulta médica, provocan una realidad
totalmente injusta para el total de las trabajadores y trabajadoras y en
particular, para las personas que padecen VIH ya que, como enfermedad crónica
que es, requieren una atención y un seguimiento sanitario regular.
Saliendo
del ámbito laboral, asistimos también a una reconfiguración del discurso
homofóbico: de la persecución se pasó a patologización. Posteriormente a la
“tolerancia” y cuando el proceso de las luchas están más avanzados, se pasa a
la siguiente fase, a un discurso deslegitimador: la homosexualidad proviene del
Estado, está atacando la heterosexualidad, es un grupo de poder. Si bien,
efectivamente la visibilización de las distintas sexualidades normalizan el
hecho de que se dan en todos los ámbitos de la sociedad y en mayor o menor
grado en todos los roles sociales, hablar de “lobby gay” o discursos similares,
no hacen más que poner en bandeja excusas para que las organizaciones de clase
se desentiendan de las reivindicaciones LGTB al considerarlas o ajenas, o un
elemento desestabilizador inoculado “por el poder”.
Socialmente
tampoco hay que olvidar que incluso el modelo de “Aceptación de lo Gay” sitúa a
la mujer y lo femenino en un segundo plano, predominando la masculinidad y sosteniendo
la lesbofobia y el sexismo entre la comunidad gay.
Los
ataques también llegan desde las distintas religiones, especialmente desde la
Iglesia Católica por boca de sus Obispos, que no cejan en sus ataques a
cualquier concepción social que cuestione su heteronormativismo o su
masculinismo machista. Su poder es menor que en épocas anteriores, pero su
fomento del odio se está acentuando día a día.
Y
no miremos solamente hacia afuera, en la mayoría de grupos, colectivos,
partidos, sindicatos o asambleas ya sean de izquierdas o del ámbito libertario,
si bien en principio no hay homofobia (salvo excepciones), si que imperan los
comentarios de tipo “machirulo”, o heteronormativos. Hasta que no se demuestre
claramente lo contrario, eres heterosexual o tienes un órgano genital asociado
a tu rol social de género.
Desde
la CNT sabemos que nos queda, socialmente y como organización, mucho camino que
recorrer. Somos parte de la lucha y la defensa de la libertad de todas las
personas independientemente de su orientación y género sexual. Tenemos mucho
que aprender y mucho que compartir. Desde la base, organizándonos entre
iguales, queremos hacer frente a todas las desigualdades que sufrimos la clase
trabajadora. Desde CNT vamos a prestar apoyo y solidaridad a todas las luchas
abiertas y las que se van a abrir. Os llamamos a participar en las
movilizaciones que luchen por la igualdad y contra la explotación de las
personas, os llamamos a salir a las calles con ORGULLO y DIGNIDAD, a
organizaros y luchar día a día.
CNT
Comité Confederal
Comité Confederal