El 15M cumple un año el martes y
lo va a celebrar a lo grande: continuando con su labor en la calle, asamblea
ría, reivindicativa y solidaria.
Juntando mareas de todos los
colores. Un movimiento que inspiró (directa o indirectamente) a otras
ocupaciones en todo el mundo no se deja asustar por un gobierno empeñado en
aplastar cualquier resistencia, o signo de. Los comentarios más y más
esperpénticos del gobierno de Madrid sólo hacen parecer más sólidas las razones
que tenemos para converger en las plazas de todo el estado español, y en Sol,
además de en el Casa de Campo, si hace falta.
Esta secretaria, y supongo que
todos sus vecinos, oye un sin fin de helicópteros encima de su casa en el
centro de Madrid. Antes era con cada manifestación. Desde el 15M, están un día
sí y otro también. Me despiertan y su runrún me acompaña hasta el sueño. Nos
están intentando presionar, pero tenemos experiencia en la resistencia, y la
amenaza del estado y el capital no nos da miedo. ¿Qué nos van a hacer? ¿Subir
las tasas de la universidad? Ah, sí, es que ya lo han hecho. ¿Encarecer el
caerse enfermo? Ah, sí, es que ya lo han hecho. ¿Quitarnos toda la seguridad en
el trabajo, poniendo por encima de la cabeza de cada uno una espada de
Damocles? Ah, sí, es que ya lo han hecho. Vivimos con una espada metafórica que
nos sigue como nuestra propia sombra, pero las sombras no nos asustan, no, no
nos asustan, no.
Los anarcosindicalistas sabemos
que la organización horizontal es la única que vale, que no, que no, que no nos
representan. No aceptamos que nadie nos diga lo que hay que hacer; una idea que
llevamos desde nuestros corazones hasta nuestras casas, hasta nuestros
trabajos, hasta nuestras calles. Que la asamblea es soberana, que la
organización es descentralizada, que es autónoma y federativa. Que la lucha
está en las calles, no en el parlamento. Que luego dirán, que somos 5, 6. Pues
no, compañeros, no somos 5,6, y no nos pueden parar.
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