Salarios,
costes laborales y medidas contra el desempleo:
breves pinceladas sobre la cuestión
breves pinceladas sobre la cuestión
Con
la escandalosa cifra de casi seis millones de parados oficiales, una
destrucción del tejido económico galopante en el que comarcas enteras pierden
toda fuente de empleo, parece que no hay alternativa a esta situación, donde la
mentalidad del derrotado es la que quieren que impere. Si tomamos la media de
las horas trabajadas en el estado (las legalmente computadas), en 2003 fueron
1.719 horas por persona trabajadora, mientras en 2011, se había reducido a
1.690. Lo más curioso es que desde 2007 esa cifra no ha parado de aumentar:
1.658 en 2007, 1.663 en 2008, 1.669 en 2009, 1.674 en 2010 y 1.690 en 2011.
Cuando el paro ha aumentado, las horas trabajadas también. Si atendemos a los
salarios, hemos de fijarnos en los salarios reales, no nominales. Los nominales
están medidos en euros y no incluyen el incremento del coste de la vida, por lo
que hacer comparaciones temporales no tienen sentido. Para eso utilizamos los
salarios reales, que tiene en cuenta el coste de vida: si los salarios
nominales subieran más que el coste de la vida, mejoraría el salario real; pero
si ese aumento fuese menor, el salario real estaría disminuyendo, esto es, se
daría un empobrecimiento. A la hora de calcularlo, hemos de tener en cuenta
cómo cuantificamos la variación del coste de la vida, y generalmente se utiliza
el índice de precios al consumo (IPC).
El siguiente problema que podemos tener es cómo se ha calculado dicho índice, que mide el crecimiento de los precios de una determinada cesta de bienes de consumo. El Instituto Nacional de Estadística es el encargado de elaborarlo, de determinar ya que dependiendo qué bienes y servicios se incluyen en esa cesta, y el peso específico (ponderación) que van a tener. Esto implica un sesgo a la hora de valorar el aumento del coste de la vida, ya que depende que bienes y servicios se incluyan y cómo se ponderen, el IPC tendrá un signo u otro. Lo que nos arrojan los datos es que los salarios reales entre el año 2000 y el 2010 se han mantenido estancados. Podemos utilizar otro camino a la hora de calcular los salarios reales, empleando el deflactor del PIB en vez del IPC. Este deflactor mide el incremento de precios de todos los bienes y servicios de una economía y por lo tanto es más adecuado para medir la capacidad adquisitiva. Midiendo la evolución en el periodo 1994-2007, el resultado que obtenemos no es un estancamiento de los salarios, sino su disminución. En el periodo 2007-2008 estadísticamente los salarios reales aumentan, debido a que los primeros despedidos son los precarios, temporales, etc, que son la capa de la clase obrera que menos cobra. Al haber menos trabajadores, y los que quedan ser los fijos y mejor remunerados, se da ese efecto de falso aumento de salarios.
Cuestión
que rápidamente vuelve a la tónica anterior una vez que estos últimos empiezan
a ser despedidos también, por lo que vuelven a caer los salarios. Esto es una
tendencia de las últimas dos décadas, haya crisis o no.
Los
costes laborales unitarios, que incluyen los costes del salario y los de las
cotizaciones sociales, tendieron a disminuir entre 2009 y 2011, siendo de un
aumento del 1,5% en 2009, una disminución del 2% en 2010 y otra disminución del
1,4% en 2011. Además, la remuneración de los asalariados (que incluye los
salarios nominales y cotizaciones) en el periodo 2010-2011 ha ido muy por
debajo de la productividad de la economía. Todos estos datos demuestran la
falacia de que el problema de las empresas y de la economía son los costes
laborales y que la responsable de la baja competitividad de la economía es la
clase trabajadora. Con este bombardeo de cifras, la conclusión queda medianamente
clara. Estamos en un contexto de aumento del paro y de recesión, donde la
economía
tiene
problemas. Desde que comenzó la crisis en 2007, las horas trabajadas han sido
más, pese a los despidos. Los salarios reales han caído durante la última década,
a la vez que los costes laborales han disminuido y los salarios han estado por
debajo de la productividad de la economía. Aun así, el capital nos sigue
exigiendo bajadas salariales y trabajar aún más horas, utilizando para ello los
medios de comunicación de masas, intelectuales de pago...
Desde
CNT la apuesta es que la jornada laboral sea de 30 horas sin disminución de
salario. Es la vía para disminuir el desempleo, y sacar de la marginalidad y
pobreza extrema a cada vez mayores capas de la sociedad. Imaginémonos que, por
un casual, se volviera a reabrir el debate de las 35 horas. Si con los datos en
la mano respecto a salarios reales, horas trabajadas, costes laborales,
productividad... nos siguen mintiendo y manipulando sin vergüenza alguna, ante
este tipo de medida la oposición sería brutal.
Vamos
a analizar la propuesta muy brevemente, centrándonos en la de 35 horas de
trabajo por semana, por ser la propuesta de la que existen datos. Durante la
década de los 90, en gran parte de Europa diferentes movimientos sociales y
sindicales apostaron por reducir las horas de trabajo, llevando a cabo
diferentes movilizaciones y medidas de presión. El hito fue el establecimiento
de la medida en Francia por ley a partir del año 2000, lo que animó al resto de
colectivos en Europa a apostar por el reparto del trabajo, con resultados
desiguales, como la carta de derechos sociales en la Comunidad Autónoma del
País Vasco. Pero la experiencia francesa ha valido para tumbar mitos, ya que no
es ninguna panacea ni la varita mágica contra el desempleo y por el reparto del
trabajo. La oposición por parte de la patronal está clara: el pleno empleo no
interesa, ya que poder tener disponible un ingente ejército de reserva sirve de
buen disciplinador de la mano de obra. Defienden que una reducción del horario
de trabajo, si no viene acompañada por una reducción salarial de la misma
proporción, no es suficiente para aumentar el empleo. Algo falso, ya que
economistas han constatado que las reducciones de jornada se compensan al menos
al 50% con aumentos de productividad. La reducción de jornada de trabajo con
reducción proporcional de salario redistribuye las rentas a favor del capital,
por eso es la versión que gusta a la patronal: de un contrato a jornada
completa, a dos de parcial, dividiendo el salario. Sólo es un reparto de la
miseria, no del trabajo. Y con aumento de productividad gratuito para el
capital. De hecho, la aplicación de expedientes de regulación de empleo es una
medida para trabajar y cobrar menos, sólo que favorable a la patronal y
negativa para la clase obrera. La problemática que se planteó en Francia era
que la patronal siempre ha estado en contra y la Administración tampoco fue a
por todas con la medida.
Fue
una medida de aplicación generalizada, pero para lograr una efectividad en su
funcionamiento exige un fuerte control a la hora de crear los nuevos empleos
sustitutorios y de eliminación de horas extraordinarias. Algo que la
Administración nunca va a hacer.
El
hecho de plantear la jornada semanal generalizada de 30 horas, como motor de
mejora de las condiciones y calidad de vida, además de suponer una herramienta
en contra del desempleo, implica que debemos hacer un análisis sobre este tipo
de medidas y cómo aplicarlas, ya que ante el ataque de los intelectuales de
pago, los medios de comunicación, etc., debemos tener las cosas muy claras, y
ser capaces de explicaralas y justificarlas con una lucidez importante. Lo que
requiere formación y análisis. Ocurre lo mismo con otras herramientas de lucha
contra el desempleo como son las bolsas de trabajo y asambleas de parados. Este
tipo de medidas y herramientas son positivas para la clase obrera y la
ciudadanía en general siempre que se utilicen de una manera ética, pero van
contra los intereses del capital. La lucha contra el paro y la exclusión social
mediante la adopción de este tipo de medidas va a suponer una dura lucha contra
el capital, ya que la actual situación le favorece e interesa, por lo que la
resistencia a su aplicación va venir condicionada por la correlación de fuerzas
que haya en un momento dado.
Endika
Alabort
CNT
Bilbao
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