Desde la Confederación Nacional del Trabajo
mostramos nuestra más absoluta pena, indignación, confusión y dolor ante el
atentado sufrido esta tarde en Barcelona.
Una vez más ha sido el pueblo, la población
civil, la gente corriente, la que ha sufrido las consecuencias de guerras que
no son suyas. Una vez más el pueblo vuelve a poner el sufrimiento y los
muertos.
Esta vez ha cambiado la localización, ha
cambiado el lugar. Esta vez ha sido golpeado el corazón de Barcelona. Pero otra
vez el objetivo ha sido el mismo: la población civil desarmada e inocente.
Ya sea en Irak, Afganistán, Siria, Yemen,
Londres, París, Berlín, el Mediterráneo o en las vallas de Melilla, volvemos a
convertirnos en víctimas propiciatorias, en daños colaterales de una guerra
entre bandos que desconocemos, que no repara en medios ni límites para alcanzar
sus objetivos, que no conoce el significado de la palabra “amor”. Bandos para
los que el poder está por encima de las personas y de la vida. Bandos que no
nos representan.
Estamos seguros de que ningún acto vil y
despreciable como éste conseguirá convertirnos en lo que no somos. No van a
conseguir enfrentarnos a nuestros hermanos y hermanas de clase. A buen seguro,
este acto rastrero debe servir para vernos reflejados, para comprendernos y
para reforzar nuestras convicciones morales de solidaridad y apoyo mutuo entre
las personas y los pueblos.
Frente a aquellos que predican la intolerancia,
la persecución al diferente o la superioridad religiosa, racial o de clase, nos
levantamos como pueblo valiente, diverso y luchador.
Todo nuestro amor a los que sufren.
Comité Confederal CNT
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