Editorial del periódico CNT del mes de febrero
Para
cambiar todo
La
supuesta crisis económica ha sido la excusa. Excusa para el empeoramiento de
las condiciones laborales de los trabajadores asalariados y los autónomos, que
tienen que pagar más impuestos que la gran empresa. Excusa para privatizar
sanidad y educación, es decir, recursos generados por todos convertidos en
negocio de los de siempre. Excusa para la privatización de los recursos
naturales. Excusa para la aceptación de unas condiciones de vida cada vez
peores y un largo etcétera. A este panorama se suma la vinculación de los
partidos políticos con tramas corruptas, el rescate a la banca mientras ésta se
apropia de las viviendas de los trabajadores vía desahucio, las contaminaciones
y manipulaciones informativas...
Como
respuesta a tanto abuso asistimos a un incipiente auge de la toma de conciencia
y movilización social que culminó en 2011 con el llamado movimiento 15M. El
descrédito de la vía política era más alto que nunca y se daban procesos de
autoorganización, aun con sus errores, de manera generalizada.
Ante
esto nos encontramos con una doble respuesta. Por un lado, el aumento del
aparato represivo debido a la creciente respuesta en la calle. Ley Mordaza, ley
de seguridad privada, censura y falta de libertad de expresión. Y por otro
lado, estamos tristemente comprobando que algunos sectores vienen en rescate
del statu quo, sacando la lucha de la calle y los puestos de trabajo para
llevarla al parlamento. Y otra vez de vuelta al espejismo electoralista. Y es
que las corruptelas y el descrédito de los partidos políticos lo han puesto
fácil para la aparición de nuevas formaciones políticas. El mayor problema no
es ya que se vote o se deje de votar, sino que han captado a personas que antes
participaban en luchas concretas y creaban organización (contra los desahucios,
en diversos conflictos...) y que han dejado de lado la lucha real para
reaparecer en la pelea electoralista.
Como
se oye decir que el problema es la corrupción, nos conformamos con cambiar de
políticos, pero el problema es el sistema político en sí. No se trata de
administrar la desigualdad, ni de tornar a los opresores en oprimidos y a los
oprimidos en opresores, ni de estabilizar la economía por medio de la reforma,
ni de exigir inocentemente derechos o gobernantes más legítimos.
El
problema no es que estén funcionando mal, sino que están funcionando. Y para
ilustrarlo ponemos este ejemplo: ¿cuáles son los indicios de que estás en una
relación abusiva? El abusador puede intentar controlar tu comportamiento o
decirte qué pensar, impedir o regular tu acceso a recursos, utilizar amenazas o
violencia contra tí, o mantenerte en una posición de dependencia bajo una
vigilancia constante. Esto describe el comportamiento de abusadores
individuales pero lo mismo puede aplicarse a las instituciones que gobiernan la
sociedad. Prácticamente todas ellas se basan en la idea de que los seres
humanos necesitan ser vigilados, controlados, administrados. Mientras más
grandes sean los desequilibrios que se nos imponen, más control se necesita
para preservarlos.
No
los necesitamos, de ninguna manera nos representa el político o sus
instituciones, pues éstas suponen la imposición de nuestras limitaciones. Sin
los límites que actualmente nos marcan, podríamos reconstruir la organización
de la sociedad, la economía y nuestras relaciones en base a la libre asociación
y al apoyo mutuo.
Desde
arriba se nos inculca que "tus derechos terminan donde empiezan los
derechos del otro". Pero la libertad no es una pequeña burbuja de derechos
personales. No somos individuos separados. El sistema que todos los demás
aceptan es aquel bajo el cual tú tienes que vivir, pero cuando otros lo
desafían, tú también obtienes una oportunidad para renegociar tu realidad. Tu
libertad empieza donde empieza la mía, y termina, donde termina la mía. La
libertad no es una posesión ni una propiedad, es una relación. No se trata de
protegernos del mundo exterior, sino de entrelazarnos de una forma que maximice
las posibilidades. Las cosas que te gustaría cambiar, ¿crees que puedes
hacerlas solo? Aquí es donde entra la necesidad de organización. Y no se trata
sólo de grandes ideales u objetivos lejanos, sino de nuestros problemas del día
a día. En la CNT, tenemos la organización que necesitamos y, en estos momentos
de auge de la vía política, es esto lo que debemos transmitir.
PD:
Este editorial está inspirado y ha tomado fragmentos del folleto Para cambiar
todo:
Secretariado
Permanente del Comité Confederal
Periódico
CNT nº 416 - Febrero 2015: