Comunicado:
Trabajadoras y trabajadores, clase obrera con
o sin empleo: vivimos en un mundo que necesita de nuestra fuerza para
funcionar, un mundo de jerarquías, explotación, autoridad y violencia, un mundo
que nosotras y nosotros, clase obrera, no hemos definido pero que apuntalamos
con nuestra actividad diaria, un mundo capitalista… En este mundo nuestra
clase, la clase trabajadora, está condenada desde que nace a tener que vender
su fuerza de trabajo al capital para poder sobrevivir, la clase capitalista, la
élite social, no nace con esta condena, no tendrá ni sufrirá incertidumbre,
inseguridad o explotación… La libertad que promulgan constituciones y cartas de
derechos nunca podrá ser igual para todas mientras vivamos bajo esta coacción
universal.
Los Estados, parlamentarios,
presidencialistas o dictatoriales, cumplen el objetivo de regular esta coacción
universal según los intereses y equilibrios regionales y sociales de su
capitalismo. No es lo mismo nacer proletaria/o en Europa que, en África, pero
el fin de la regulación sigue siendo el mismo ayer y hoy, aquí y allí; el
empleo masivo de la fuerza de trabajo de la clase obrera para generar capital,
porque es esta creación de capital la que mantiene las estructuras de
dominación globales, mantiene a patrones, rentistas, políticos, ejércitos,
dictadores, especuladores, usureros, burócratas… Un sin fin de parásitos que
viven a costa del sudor y la salud de toda la clase obrera. Preservar como
hasta ahora, la jerarquía, la autoridad y el privilegio es el objetivo del capitalismo
y el estado, a cambio de no tocar esta estructura, la clase proletaria recibe
una serie de prebendas políticas más o menos sociales según el régimen político
y territorio donde se ubiquen.
Estas concesiones fruto en gran media, no de
la política, sino de las luchas obreras históricas; salarios suficientes,
jornadas proporcionales, pensiones, salud y educación universal, asistencia
social, vivienda asequible… Se están diluyendo en los nuevos tiempos, bajo las
injerencias del capital que facilitan los parlamentos ante el inmovilismo de
las organizaciones obreras representativas y el desinterés cómplice, y
previsible, del progresismo parlamentario en busca de sus equilibrios de poder.
El pacto social de los Estados que sirvió al
capitalismo para perpetuar sus condicionantes sociales tras la segunda mitad
del siglo XX está en decadencia, algo que el sindicalismo revolucionario ha
previsto siempre…
Esta progresiva involución de los
autoproclamados Estados sociales y sus aparatos democráticos, se debe
fundamentalmente a la incapacidad del capitalismo para generar nuevos espacios
de valor, el capitalismo ha explotado progresivamente todos sus nichos de
negocio clásicos hasta llegar a colmatarlos totalmente en la actualidad, no hay
creación de empleo neto en los sectores industriales, extractivitas y
primarios, ni tan siquiera en el sector tecnológico o energético desde antes de
la pandemia, y sin aumentos significativos del empleo no hay beneficio que
extraer a la fuerza de trabajo. La privatización de los servicios públicos y la
monetización bursátil son las únicas vías de expansión del capitalismo
actualmente, dos espacios insuficientes para mantener un incremento
significativo, y que lejos de crear empleo tienden a destruirlo como forma de
conseguir ganancias, el sector armamentístico es la excepción, pero su buena
marcha indica preocupantemente la deriva belicista en la que nos quiere situar
la geopolítica de bloques capitalistas en crisis.
Sin nuevos sectores a explotar a la vista, el
capitalismo tiende autoalimentase de sí mismo, iniciando un proceso de
quiebras, fusiones y absorciones empresariales que conducen a los monopolios,
una de las consecuencias, es la subida general de los precios, otra es la
progresiva desaparición de las clases subalternas capitalistas: autoempleo,
pequeño comercio, pequeño sector agropecuario, etc. Este concreto proceso es el
origen del auge y crecimiento de las llamadas “olas reaccionarias” en todos los
Estados con una amplia implantación de estas clases pequeñoburguesas, el miedo
a la perdida de sus mini espacios de privilegio, como la diversa propiedad
privada, es el fondo que impulsa a estos movimientos nacionalistas,
conservadores y reaccionarios, que seguirán creciendo bajo el fervor demagógico
fruto de la naturaleza caníbal de este sistema, que siempre culpabiliza a todo,
menos así mismo.
Las estructuras estatales dependen del
crecimiento del capital para perdurar, generan “paz social” con el empleo
privado y público, más los servicios sociales estatales que apareja el
crecimiento, cuando este capital creciente se estanca, los estados insuflan
dinero al sistema para mantener esta economía jerárquica en la que vivimos.
Desde hace más de una década, los Estados
“avanzados” están compensando el capital decreciente, endeudándose para
mantener, el valor bursátil privado, el empleo, y por supuesto la paz social,
con inyecciones monetarias directas al sistema económico a través de una
ampliación enorme de la cartera habitual de subvenciones, partidas y fondos. La
deuda generada con este proceso es ya inasumible y la clase trabajadora la
tendrá que pagar de una forma u otra, tarde o temprano como siempre, además
estas inyecciones de dinero en la economía también generan más inflación, es lo
que estamos viviendo estos últimos años.
El consumo social, uno de los motores del
capitalismo de los últimos tiempos según la visión socialdemócrata de la
economía que propugna que el gasto directo masivo puede sustentar la tasa de
ganancia, ya solo se mantiene con el crédito porque tras años de recortes
salariales en relación a la inflación han obligado a las clases populares a
tener que endeudarse para cubrir sus necesidades vitales (vivienda, transporte,
energía, etc.) el fenómeno del trabajador/a pobre es cada vez más habitual y seguirá
creciendo. Los grandes beneficiados de este proceso de pérdida adquisitiva y la
consiguiente demanda de deuda particular, son nuevamente los capitalistas
financieros: rentistas, usureros y especuladores.
Pero además la fórmula de la producción y
consumo social masivo, está teniendo otras alarmantes consecuencias, el
agotamiento de los recursos, la degradación medioambiental y el calentamiento
global. Problemas que afectan y afectaran más y con mayor virulencia a todas
las clases trabajadoras en los próximos tiempos. Los Estados y las
organizaciones internacionales no tienen ningún plan al respecto sobre esta
situación, más que seguir manteniendo la tasa de ganancia, eso sí, esta vez con
políticas “verdes”… porque la raíz de estos problemas se encuentra en el propio
crecimiento económico y la propia existencia de estas entidades, que depende de
ese crecimiento.
Crecimiento que el capitalismo obtiene de la
fuerza y tiempo de trabajo de la clase obrera; solo una fracción de nuestro
tiempo de trabajo se traduce en la creación de los materiales, bienes y
servicios fundamentales para desarrollar la vida humana en dignidad, el resto
de todo nuestro tiempo de trabajo solo sirve para generar capital o producir
innecesidades, es decir que, sin la obligación de generar capital, nuestro
tiempo y fuerza de trabajo sería mucho, mucho, menor… Esta debe ser la idea
fundamental de partida para afrontar y confrontar los desafíos que como clase
trabajadora se nos presentan en el ahora, y en un mañana cada vez más incierto.
Desde la experiencia histórica y práctica del
anarcosindicalismo entendemos como ineludible la necesidad de organizarse entre
iguales frente a una deriva económica, política, laboral y social que conduce a
toda la clase obrera a más explotación, empobrecimiento, incertidumbre,
insalubridad y opresión.
Porque cada día cuesta más llegar a final de
mes incluso con trabajo, cada día nos obligan a regalar al capital nuestro
tiempo y fuerza en horas no pagadas, cada día nos despiden sin que les pese ni
económica, ni socialmente, cada día nos acosan, agravian y coaccionan
impunemente, cada día la vida laboral se debe alargar más si queremos una
mínima pensión, cada día nos dejamos la vida y la salud en el trabajo, cada día
vemos como esos derechos que dicen que tenemos son papel mojado ante la
realidad judicial, cada día cuesta más
que te curen si enfermas, que te ayuden si te dejan al margen, o que nuestros
hijo/as puedan formarse, cada día tener un techo donde vivir es más difícil
teniendo que endéudanos de por vida, cada día
nuestra clase, la clase obrera pierde, en un mundo, país, región,
ciudad, barrio, pueblo, calle y casa
empapados de capitalismo donde todo lo que ocurre se normaliza e incluso
se justifica, y aun empeora más, si eres mujer, migrante o trans.
Cómo ha llegado la clase obrera a este nivel
de vulnerabilidad, cuando tiene y siempre ha tenido el mayor poder de la
historia social, la capacidad absoluta de poder parar la producción, de parar
el mundo… esa es nuestra fuerza como clase.
Señalamos a la visión social estatalista y
sus fuerzas representativas (la socialdemocracia y sus sindicatos y colectivos
adjuntos) como responsables en gran medida de nuestra actual
vulnerabilidad de clase, ya que han
manejado la actividad y la conciencia de la mayoría de la clase trabajadora,
decidiendo en sus aparatos cuáles serán los intereses de clase según el
posibilismo político o el interés de sus cúpulas, ya que a través de sus
distintas tutelas, siempre han obstaculizado el camino hacia una emancipación
libre y justa, sin jerarquías y autoridad.
Las y los anarcosindicalistas nos oponemos de
facto a estas tutelas y organizaciones jerárquicas, ya que conducen a claros
callejones sin salida como es el caso actual, la democracia capitalista no nos
hace libres, solo regula la explotación según el interés del capital en cada
territorio o en cada época, los sistemas representativos solo se encargan de
licuar los antagonismos de clase para que sean más digeribles para las clases
populares, pero nunca dejan de existir, siendo más visibles con cada crisis
capitalista.
El propio origen del 1º de mayo tiene en sus
bases históricas e ideológicas estas mismas críticas anticapitalistas y
antiautoritarias que exponemos en el ahora, estos conceptos donde se basaron
los sucesos que crearon esta conmemoración obrera fundamental, siguen vigentes,
por eso recordamos lo sucedido hace 138 años en Chicago, fueron compañeros
anarquistas a quienes el Estado y el capital asesinaron por decir y hacer la
verdad.
Frente a nuestro presente y sin perder de
vista lo aprendido en el pasado, desde el anarcosindicalismo de la CNT-AIT
reclamamos y trabajamos para conseguir una organización económica fuerte, que
luche en el día a día contra toda explotación y precariedad laboral en cada
centro de trabajo, en cada sección sindical, en cada sector, en cada conflicto,
practicando la Acción Directa, la Asamblea, la Autogestión, el Apoyo Mutuo, la
Autocapacitación, el Acuerdo y la Solidaridad, herramientas históricas del
anarcosindicalismo que han garantizado y garantizan la unidad entre iguales,
frente al sindicalismo jerarquizado, privilegiado, profesionalizado y
delegativo, que conduce a la burocratización sindical, al aparato como gestor,
y a las camarillas como dirección, que nos conducen a la perdida frente a la
patronal y la autoridad.
Ante un capitalismo decadente, sin salida,
cada vez más excluyente, bélico y destructivo, y unos Estados que harán lo que
sea para conservar sus estructuras de poder, mientras la sociedad se derrumba…
Desde el anarcosindicalismo hacemos un
llamamiento a toda la clase trabajadora para que dé el paso y salga de esta
trampa impuesta que llamamos realidad, poniendo en el horizonte la emancipación
a través de la libertad de crear lo humanamente necesario y justo para
desarrollar la vida en dignidad, sin imposiciones, ni coacciones, como camino
fundamental hacia una justicia y la libertad plenas para todas y todos.
CNT/AIT